Platos rotos

Por la mañana salimos corriendo, como todos los días, a coger el autobús. Ahí nos encontramos con Germán, Jorge, el tunecino y el amigo de Rosa de Münich, que aún no sabemos como se llama. Cogimos nuestro querido 26 y nos dirigimos a la uni. Al llegar nos metimos en la sala de ordenadores y no salimos hasta pasadas 6 horas. Estuvimos haciendo parte de un trabajo final de carrera que realizaron unas chicas del País Vasco el año pasado. Tuvimos muchos problemas con licencias y con la paciencia que hay que tener con un programa que procesa millones de puntos.

Estos 34 min, fueron poco comparados con todos los que tuvimos que esperar y las veces que se quedó colgado. En uno de esos ratos muertos fuimos a ver a Rosalinda y a terminar con el papeleo para empezar a poder recibir la beca.

A las 4 por fín llegamos a Rahlstedt y Cris no podía aguantar más el hambre que tenía y se compró el Dürum más grande que había visto nunca por 4 euros. Rosa que es una marica, aguantó hasta llegar a casa para ponerse a cocinar y comer. Estudiamos alemán y Germán vino a hacernos una visita sorpresa, ya que nuestra puerta del piso hay días que no cierra y entró directamente. Estuvimos un ratito hablando con él y quedamos media hora más tarde para que nos diera tiempo a cenar.

Nos comimos el resto del Dürum de Cris, el gazpacho y rollitos de primavera con un ligero toque de cristalitos incrustados, ya que el plato que habíamos comprado específicamente para el horno resultó ser un plato bomba y pum! se convirtió en chocapic dentro de nuestro horno (ya es el tercer plato que rompemos esta semana).

Cuando volvió Germán estuvimos jugando al Jungle Speed y tras varias luchas y el reloj que marcaba la 1.30 nos fuimos a dormir.

Gamusibesos.